Autor:
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Horacio Maturi.
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Título:
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La medicina defensiva y un nuevo contrato
social.
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Fuente:
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Idioma:
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Es.
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Texto:
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Durante siglos
el paternalismo del médico ocupó un lugar preponderante en la relación medico
paciente, sin embargo en la actualidad la autonomía del paciente marca el fin
de esta hegemonía profesional generando un nuevo espacio donde la confianza
del enfermo se halla en crisis. El médico se encuentra en un estado de
vulnerabilidad, donde la vocación y la verdad científica se ven comprometidas
por decisiones personales de quienes acuden a la consulta, muchas veces
injustificada y solamente con fines netamente económicos.
Más allá de la
acción curativa o preventiva que las ciencias médicas nos han inculcado, hoy
más que nunca el bienestar humano, no está ligado necesariamente con la
prevención y el tratamiento, sino con la generación de condiciones y modos de
vida que, en un entorno y un medio ambiente favorable, nos permita disfrutar
de una vida saludable.
Pero aún, con un
concepto de salud integral más social que biomédico la presencia del médico,
se constituye en el vehículo esencial de la comunicación y de la decisión
médica que necesita cada una de las personas que lo requieren.
Todos estos
nuevos desafíos nos llevan a modificar nuestra identidad profesional
entendiendo a nuestra profesión como una actividad destinada a la producción
de un bien indispensable e insustituible para la sociedad: su bienestar.
Este nuevo
modelo comprende por un lado, una medicina centrada en el paciente y, por el
otro, que la protección del bien público elaborado por la salud, signifique
participar activamente en la discusión de cómo administrar justicia en este
punto.
En este nuevo
sistema de salud, donde la antigua credibilidad de la sociedad, parece dudar
de la figura del médico, este sigue siendo el depositario de la
responsabilidad profesional no sólo de los medios sino también de las metas
de la medicina. En este nuevo esquema social de confusión intelectual y
moral, el paciente, que hoy ejerce legítimamente sus derechos y toda su
autonomía, puede ser víctima de una nueva medicina de tipo defensiva con
acciones que privilegian la presunta seguridad del médico y del sistema, por
delante de su propio bienestar. Entre estas prácticas de medicina defensiva,
que tienden a resguardar primariamente la responsabilidad profesional ante un
eventual reclamo por mala praxis o la imputación de la comisión de un delito,
se han distinguido aquellas de carácter positivo y negativo. Las primeras,
comprenden medidas que responden a la búsqueda de una mejor comunicación
entre el médico y el paciente e involucran una mayor transparencia en el
proceso de diagnóstico y tratamiento al brindar información detallada con
documentación más explícita de los pasos a seguir. Estas prácticas
«positivas» no derivan en un perjuicio para el paciente sino, por el
contrario, en el mejoramiento de la relación médico-paciente por una
creciente transparencia y comunicación. Contrariamente, las prácticas
«negativas» de la medicina defensiva incluyen los estudios invasivos (que no
necesariamente redundan en un beneficio para el enfermo), los potencialmente
riesgosos (cuando no resultan en un beneficio comparable con el grado de
riesgo que implican) y la gran cantidad de interconsultas y estudios superfluos
de diagnóstico (que finalmente también incrementan los costos de la
medicina).
Esta nueva
confrontación cultural y finalmente judicial preanuncia un destino difícil y
complejo para la profesión médica. Para superarla se debe trabajar sobre un
proyecto moral que se adapte necesariamente a los derechos de los pacientes y
al respeto profesional de quienes ejercen el arte de curar. Pero aun así, las
necesidades de los pacientes seguirán insatisfechas si no se canaliza el
restablecimiento de una nueva confianza que no podrá prescindir de la figura
de médico, acosado hoy además por una telaraña burocrática y de mercado
exacerbando a veces este último la ilusión y el engaño. El derecho, como
herramienta para lograr cambios sociales, es imperfecto y su capacidad es
limitada.
Se ha dicho que
las sociedades industrializadas occidentales tienen una ‘creencia mágica’ en
la eficacia del derecho para moldear conductas humanas y relaciones sociales.
En la problemática que se genera en torno de la medicina defensiva, la
respuesta ha sido insuficiente y, muchas veces, la ha exacerbado.
Habrá entonces que trabajar en este nuevo
contrato generando consensos en la sociedad acerca de las diversas
situaciones que pueden producirse y en la consolidación de una relación médico
paciente basada en la confianza y la autonomía personal.
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Palabras Claves:
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Editorial
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Key Words:
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