Autor:
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Horacio
Maturi.
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Título:
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Los
médicos y el plan nacional de salud.
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Fuente:
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Rev. Asoc. Med. Bahía Blanca; 21(2):26-26, abr-jun. 2011.
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Idioma:
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Es.
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Texto:
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El panorama de la
atención médica muestra un verdadero enjambre de sistemas estatales,
paraestatales, gremiales, mutuales, y privados con o sin fines de lucro.
Forzados a competir en un mercado multitudinario, cada uno de ellos busca su
sobrevivencia financiera sin reparar que su real eficiencia está limitada,
cada vez más, por su propia desunión, y sin reparar incluso, que es la misma
población la que paga a todos ellos al mismo tiempo con sus múltiples
aportes. Es necesario reconocer el déficit de soluciones de fondo en que se
han debatido los responsables de la conducción, la falta de coherencia de
nuestro sistema de atención médica en
su conjunto; la forma injusta como se grava repetidas veces el presupuesto
familiar, la multiplicidad de planes, de regímenes de administración y de
formas de trabajo profesional, que frenan la eficiencia y restringen la
calidad, la escasa compatibilidad de su organización con los objetivos de la
seguridad social bien entendida, están denotando la carencia de una política
de atención médica constructiva y el exceso de soluciones coyunturales o
paliativos muchas veces inspirados en razones ajenas a las estrictamente
sanitarias. Hay quienes sostienen, sin embargo, que existe una política de
atención médica en el país y ella consiste, precisamente, en tener varias
políticas en razón de las varias situaciones que deben enfrentarse. Es
cierto, que tener varias políticas o no tener ninguna, en definitiva es
también una política. Pero es muy pobre – y además muy caro – reconocer que
solo podemos seguir el curso espontáneo de los acontecimientos, sin tener
capacidad para prever los cambios y orientar consecuentemente las
instituciones. Lo que estamos necesitando y lo que venimos reclamando es: UNA
POLÍTICA NACIONAL DE SALUD. Hay consenso de que una reforma de fondo debe
partir de bases de organización y financiación que alienten una integración
de los sistemas. De lo contrario seguiremos dilapidando dinero, esfuerzo,
tiempo e ideas. Cada porción del problema se sigue encarando por separado.
Así para el hospital público se determina una descentralización y manejo
propio a la espera fortuita del aporte
de las obras sociales que conjugue su déficit; a los institutos de reciente
creación se les deja librado el decidir qué sistema aplicarán, para mejor
utilizar sus fondos, con independencia de lo que hagan los demás, y surgen
los regímenes de capitación y atención no-institucionalizada a través del
registro de consultorios particulares. Por otra parte, los sistemas
comercializados, atrayendo mano de obra profesional a bajo precio, esperan un sustancial
incremento de sus utilidades porque también el régimen actual provee un lugar para ellos. Esto es justamente
lo que se debe evitar: la ya mencionada institucionalización del desorden.
Lo conceptos
vertidos en esta editorial corresponden a fragmentos del boletín de la CONFEDERACIÓN MÉDICA
ARGENTINA sobre LOS MÉDICOS Y EL PLAN NACIONAL DE SALUD, escrito hace
exactamente 38 años (1973). Dicho documento sigue vigente a la fecha aunque
hayan transcurridos casi medio siglo.
Es poco lo que ARGENTINA ha cambiado en sus sistemas y subsistemas de salud
durante el tiempo transcurrido. Ansiamos profundamente que en algún momento
de nuestra historia política nuestros gobernantes y todos los integrantes de
la sociedad, comprometidos con el sistema sanitario, puedan reunirse para
resolver tantos años de desorden, falta de organización y poca actitud
patriótica.
Mi más
profundo homenaje para aquellos médicos gremialistas que consustanciados con las
realidades sociales de la época supieron, a costa de poder perder sus
libertades personales, expresar en un documento las realidades de un sistema
sanitario no resuelto y cada vez menos igualitario.
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Editorial
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