Autor:
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Carlos Deguer
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Título:
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Las Editoriales
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Fuente:
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Idioma:
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Es.
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Texto:
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Las revistas científicas siguen siendo el
principal altavoz para hacer llegar los avances de investigación al resto de
nuestra comunidad y a la sociedad en general. Han alcanzado tanto poder de
comunicación que en ocasiones es más importante dónde publicas que lo que
publicas. Buen ejemplo de ello son Nature o Science (por citar las más
populares), auténticos guardianes del saber y fuente de prestigio.
Las
grandes editoriales de revistas científicas dominan el cielo
científico. Los profesionales e investigadores, trabajan para ellas, solo por
sobrevivir en el ecosistema científico. Un negocio redondo con ingresos
anuales superiores a 22 mil millones de euros y un margen de beneficios
cercano al 40%, muy superior al de Apple, Google o Amazon. Un oligopolio que
concibió Robert Maxwell (1923–1991), británico de origen checoslovaco, fundador
de la editorial Pergamon Press en 1951, hoy parte de Elsevier, del RELX
Group, nuevo nombre de Reed Elsevier desde 2015. Elsevier ha facturado más de
2600 millones de euros en 2016, de los que casi 1000 millones de euros son
beneficios.
El éxito de Maxwell fue comprender que los
gobiernos son sus clientes cautivos, que financian las bibliotecas
universitarias que compran las suscripciones a las revistas. Un artículo
científico solo se puede publicar una vez en una única revista; quien quiera
leerlo tiene que disponer de una suscripción.
En los 1960 la editorial Pergamon tenía muchas
más revistas que la competencia. La competencia creció en los 1970, pero los
precios de las suscripciones nunca pararon de subir. El éxito de Maxwell
transformó Pergamon en una editorial multinacional. Un negocio que le
convirtió en un hombre muy poderoso en la prensa británica, hasta su
fallecimiento en 1991, en su yate, cerca de las Islas Canarias. En 1992
Pergamon fue comprada por Elsevier que llevó hasta el extremo la filosofía de
Maxwell. Con la llegada de las bases de datos de manuscritos como arXiv y el
movimiento open access, parecía que el negocio iba a llegar a su fin.
Elsevier en 1998 se lanzó a la digitalización de
todas sus revistas y al acceso electrónico. Los costes bajaron y el precio de
las suscripciones podría haber bajado, sin embargo, Elsevier decidió subir
los precios de forma sostenida año a año. La jugada, que parecía suicida, le
salió redonda gracias a que su mercado es cautivo; sus beneficios no han parado
de subir. Muchos dijeron que la web vía internet mataría el oligopolio
editorial. Por ahora no ha sido así y cada día las suscripciones son más
caras.
Hoy Elsevier, tiene unas 2500 revistas que
reciben unos 1,5 millones de artículos al año; son revisados por unos 800 mil
científicos, acabando aceptados unos 420 mil artículos, escritos por unos 14
millones de científicos.
Muchos dijeron que la web vía internet mataría el
oligopolio editorial. Por ahora no ha sido así y cada día las suscripciones
son más caras.
En 1988 Maxwell predijo que el futuro de las
editoriales científicas era un oligopolio similar al actual (1).
Para reafirmar este comentarios la mayoría de
revistas que pertenecen al sector editorial privado —con base en Reino Unido
y Estados Unidos— hasta el punto de que más de la mitad de todos los títulos
están publicados tan solo por dos editoriales (Taylor & Francis y
Wiley-Blackwell).
La mayor parte de las grandes firmas comerciales
(las antes señaladas, pero también Elsevier, Spriger, PLOS, BioMed Central)
ahora ofrecen una parte importante de artículos y volúmenes enteros en
abierto, con lo que es posible descargar una versión electrónica sin coste
alguno. La clave reside en que es el autor (o autores) quien paga por verse
publicado. Por lo general el autor que se acoge a esta solución no lo paga de
su bolsillo, sino que son sus instituciones (universidades, centros de
investigación, etc.) las que corren con estos costos
El movimiento Open Access, como se conoce en
inglés, surge a principios de la década de 2000 para plantear que, con la
universalización de los medios digitales, las contribuciones científicas sean
más accesibles, es decir, estén libres de barreras económicas, técnicas o
administrativas
Es si cabe más llamativo que la minoría de
revistas que no pertenecen a firmas comerciales (las sacan adelante grupos de
investigación, departamentos universitarios, sociedades científicas...)
proceden de ámbitos no angloamericanos, permiten la publicación en otros
idiomas distintos del inglés y, lo que es más significativo, publican en
acceso abierto, sin costes para el lector ni para el autor (2).
El acceso abierto viene siendo así una seña de
identidad y una declaración de intenciones de las editoriales con vocación de
servicio público, que ponen a disposición de todo el mundo los resultados
científicos de sus autores sin pretender un lucro económico a cambio.
Claramente por aquí estamos nosotros.
Si queremos sobrevivir no solo debemos ser
revalorados por la comunidad científica sino encontrar convenios
interinstitucionales que apuntalen nuestra producción.
BIBLIOGRAFÍA
1. Villatoro F.
https://francis.naukas.com/2017/07/02/robert-maxwell-el-padre-del-gran-negocio-de-las-editoriales-cientificas/
2. Garcia
Martín, M. https://www.agenciasinc.es/Opinion/Revistas-open-access-la-vocacion-publica-frente-a-que-pague-el-autor
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Palabras Claves:
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Editorial
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